La dieta mediterránea tiene entre sus principios
consumir abundancia de verduras y frutas.
Medicine los resultados de un extenso estudio que confirma lo beneficioso de seguir la llamada dieta mediterránea, régimen alimenticio consistente en
consumir muchas verduras y frutas, pocas carnes rojas y lácteos, pescado en
abundancia, vino en moderación, casi nada de sal y dulces. Como es ampliamente
conocido y lo confirma una buena cantidad de estudios epidemiológicos, las
personas que siguen este régimen viven más en promedio y tienen menos riesgo de
sufrir enfermedades del corazón y del sistema circulatorio en su conjunto.
Los investigadores, que forman parte del proyecto
Prevención con Dieta Mediterránea (PreDiMed), diseñaron
el estudio para evaluar la eficacia de dos versiones de la dieta mediterránea
en la prevención primaria de enfermedades cardiovasculares. Una de las dietas
estuvo complementada con aceite de oliva (extra virgen) y la otra con una variedad de nueces. Los resultados que
obtuvieron no sólo arrojan evidencia de que estas dietas reducen la incidencia
de episodios cardiovasculares graves entre personas propensas, sino que
revelaron otros beneficios no menos interesantes.
Los investigadores reclutaron para el estudio a 7447
hombres y mujeres de entre 55 y 80 años de edad, sin enfermedad cardiovascular
de momento, pero sí con importantes factores de riesgo, como hipertensión,
obesidad, niveles elevados de colesterol ligado a lipoproteínas de baja
densidad (el llamado “colesterol malo”), etc. Los participantes fueron
separados al azar en tres grupos de igual tamaño. Dos siguieron las dietas
mencionadas; el tercero llevó una dieta baja en grasas, tanto de origen animal
como vegetal. La investigación se desarrolló a lo largo de más de cuatro años y
medio, a partir de octubre de 2003.
Durante el estudio, a los participantes se les
proporcionaron gratuitamente el aceite y las nueces para asegurar que los
consumieran en las cantidades planeadas. Los participantes en el grupo que complementó
su dieta con aceite de oliva debían consumir unos 50 gramos o más por día de
aceite extra virgen, rico en polifenoles (a diferencia del aceite de oliva
refinado, que es bajo en polifenoles). A los que les tocaron nueces, se les
pidió consumir unos 30 gramos al día, entre nueces de Castilla, almendras y
avellanas. Las nueces son ricas en ácidos grasos polinsaturados, además de
minerales y vitaminas; asimismo, contienen ácidos fenólicos, polifenoles y
fitoesteroles.
El análisis de los datos sobre el consumo de nueces confirma que su consumo regular está asociado a un descenso de la
mortalidad por toda causa (no sólo por enfermedades cardiovasculares), dicen la
investigadora Marta Guasch-Ferré y sus colegas. Falta averiguar qué tipo de
nueces son las más recomendables y precisar las cantidades óptimas de consumo.
“Mientras tanto”, apostillan Sabine Rohrmann y David Faeh en un
comentario publicado en BMC
Medicine, “bien podemos concentrarnos en la cuestión de cómo
promover mejor el consumo de nueces entre la población e integrarlo de manera
sostenible en la dieta diaria”.
. Los resultados que
obtuvieron no sólo arrojan evidencia de que estas dietas reducen la incidencia
de episodios cardiovasculares graves entre personas propensas, sino que
revelaron otros beneficios no menos interesantes.
¡Uy —dirán algunos de ustedes—, pero todo ese aceite y
esas nueces representan un gran aporte calórico! En efecto, un detalle
interesante del estudio es que a los participantes que llevaron las dietas
mediterráneas modificadas no se les fijaron restricciones de ingesta calórica.
Y el resultado más llamativo es que las dos versiones de la dieta mediterránea
que se siguieron produjeron beneficios cardiovasculares claramente mejores que
los aportados por la dieta baja en grasas (30 % menos riesgo de episodios
cardiovasculares graves).
Durante el estudio, a los participantes se les
proporcionaron gratuitamente el aceite y las nueces para asegurar que los
consumieran en las cantidades planeadas. Los participantes en el grupo que complementó
su dieta con aceite de oliva debían consumir unos 50 gramos o más por día de
aceite extra virgen, rico en polifenoles (a diferencia del aceite de oliva
refinado, que es bajo en polifenoles). A los que les tocaron nueces, se les
pidió consumir unos 30 gramos al día, entre nueces de Castilla, almendras y
avellanas. Las nueces son ricas en ácidos grasos polinsaturados, además de
minerales y vitaminas; asimismo, contienen ácidos fenólicos, polifenoles y
fitoesteroles.
El análisis de los datos sobre el consumo de nueces confirma que su consumo regular está asociado a un descenso de la
mortalidad por toda causa (no sólo por enfermedades cardiovasculares), dicen la
investigadora Marta Guasch-Ferré y sus colegas. Falta averiguar qué tipo de
nueces son las más recomendables y precisar las cantidades óptimas de consumo.
“Mientras tanto”, apostillan Sabine Rohrmann y David Faeh en un
comentario publicado en BMC
Medicine, “bien podemos concentrarnos en la cuestión de cómo
promover mejor el consumo de nueces entre la población e integrarlo de manera
sostenible en la dieta diaria”.
. Los resultados que
obtuvieron no sólo arrojan evidencia de que estas dietas reducen la incidencia
de episodios cardiovasculares graves entre personas propensas, sino que
revelaron otros beneficios no menos interesantes.
Diego Torrente